Los neoyorquinos comenzaron el partido muy enchufados. Sus jugadores exteriores tenían la puntería muy afinada de cara al aro visitante, en el equipo de Philadelphia sobrevivían gracias al buen trabajo ofensivo de Covington y eso no bastaba para doblegar a la defensa de los Knicks; los locales estaban mostrando un juego fluido y eso se tradujo en un buen resultado al finalizar el primer cuarto (25-13). En el segundo cuarto todo cambió y los Sixers se mostraron algo más fuertes en defensa, eso perjudicó a los Knicks ya que su juego interior se veía débil ante el trabajo defensivo del rival; pese a todo los neoyorquinos seguían siendo los líderes del partido aunque el equipo de Philadelphia hacía ademán de acercarse, al descanso se llegó con un marcador de 46-39.
Tras la reanudación los Knicks volvieron a mostrar un juego brillante. Los Sixers pegaron un bajón brutal en todos los aspectos de juego, especialmente en la faceta ofensiva, ya que los locales apretaron en defensa y para colmo Stoudemire hacía una gran labor bajo los aros; Thompson fue el mejor del equipo de Philadelphia en este cuarto, al que se llegó con un resultado de 71-54. En el último período los Sixers mostraron otra cara, su juego ofensivo mejoró notablemente y llegaron a poner en serios apuros a los locales, pero se desinflaron en los minutos finales y finalmente los Knicks lograron la victoria final; los neoyorquinos no lograron impresionar a los más de 18.000 espectadores que abarrotaban las gradas del pabellón, ya que el juego del equipo no fue nada del otro mundo ante un rival que hasta el momento no ha logrado conocer el triunfo en la presente temporada.
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